Hace años me pasó algo que cambió mi vida para siempre. Déjame contarte mi historia.

Como leerá, mi historia de la quiropráctica no es accidental. Es una historia muy personal de mi viaje desde el dolor, el miedo y la indecisión hasta el alivio, el bienestar y la felicidad definitivos.

En el décimo grado, jugué fútbol americano en St. James High School en las posiciones de fullback y linebacker. Mientras jugaba en el juego de campeonato del área, bloqueé a alguien, tal como siempre lo había hecho en todos los otros juegos de esa temporada. Pero durante esa jugada en particular, tuve un dolor agudo en el cuello. Sin embargo, lo superé porque era duro. JAJA. ¡Es más estúpido!

Al principio el dolor y la incomodidad eran horribles. No podía dormir en una almohada. Tenía problemas para mover el cuello y, lo que es peor, me dolía levantarme de la cama. El intenso dolor se prolongó durante semanas. Después de unos meses, la mayor parte del dolor había desaparecido, así que traté de participar en los ejercicios de entrenamiento de primavera. Un golpe y estaba en la misma cantidad de dolor e incomodidad que experimenté al principio. Fue angustioso: acababa de empezar a recibir cartas de las universidades sobre sus programas de fútbol y no podía manejar ni un solo golpe.

Mi padre decidió llevarme a un ortopedista. Una resonancia magnética encontró un disco abultado en la región cervical de mi columna vertebral. Me refirieron a un neurólogo que me dijo que debería probar la fisioterapia y ver qué pasaba antes de pensar en la cirugía. Preguntamos por qué el disco estaba abultado y el médico nos dijo que era posible que naciera así. Sabía que no había forma de que naciera con eso. Mi padre preguntó si estaba bien ir a un quiropráctico. El neurólogo dijo que sí.

Al principio, tenía miedo. Pensé que podría romperme el cuello. Mi padre me dijo que no me preocupara, que todo terminaría antes de que me diera cuenta. El quiropráctico (Dr. Jones Montgomery, AL) tomó radiografías y miró la resonancia magnética y encontró dónde estaba el problema en la película. Después del primer ajuste, tenía mejor movimiento en el cuello y no me dolía tanto. Había estado en tanto dolor e incomodidad, durante meses. ¡Ahora, después de unos diez tratamientos, no sentí dolor y pude mover mi cuello normalmente! Esto despertó mi primer interés en la quiropráctica.

Mientras estudiaba en la Universidad de Alabama, iba y venía tratando de decidir si debía convertirme en oncólogo o quiropráctico. En ese momento, el deseo de vencer la enfermedad que me alejó a mi madre era tan fuerte que la oncología estaba a la cabeza. Una clase requería que siguieras a un profesional en el campo de tu elección durante 120 horas y escribieras tus experiencias diarias. Primero decidí seguir a un quiropráctico, el Dr. Tidwell (Tuscaloosa, AL). Allí vi cosas que nunca pensé que la quiropráctica podría ayudar: hemorroides, infecciones de oído (en la hija de una enfermera pediátrica mucho menos, mareos, dolor, etc. Incluso hubo una mujer que no podía abrir un ojo sin el uso de su manos. A través del cuidado quiropráctico del doctor vi mejorar o eliminar las condiciones de cada uno de estos pacientes. Me asombró la magnitud que un ajuste podría tener en la salud de alguien sin importar su condición. Después de esa asignación de clase tuve la certeza, sin lugar a dudas, que quería ser QUIROPRÁCTICO!

Es raro cómo es la vida, porque ahora viene gente a verme con problemas en el cuello y en los discos. Además, vienen a mí con sus dolores de cabeza, migrañas, dolor crónico, dolor de espalda, dolor de hombro/brazo, latigazo cervical por accidentes automovilísticos, dolores de espalda, síndrome del túnel carpiano, infecciones de oído, asma, alergias, entumecimiento en las extremidades, lesiones deportivas, escoliosis simplemente para nombrar unos pocos.

Espero conocerte y ayudarte a recuperar tu salud.